ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

31 de marzo de 2010

LA CORONA DE LATA

Me siento mensajero de cuentos y pongo al cielo por testigo que vuelvo a la niñez leyéndolos. Y quizá, embriagado por lo simple de ellos y por lo mucho que se puede aprender de tan poco, me convierto en embajador de lo narrado aunque sea anónimo y os lo leo para que lo gocemos en común.

Había un pobre sin morada fija. No poseía nada, ni casa, ni huerto, ni siquiera un asno.
Sobrevivía mendigando y recogiendo frutos salvajes; vestía un sobretodo descosido y escondía su cabeza pelada en un sombrero verdoso.
Pero no era infeliz. Se contentaba con vivir, contemplar el cielo, beber en la fuente. No deseaba nada. Y cuando no se desea nada se termina siendo casi feliz.
Un día, dando vueltas por las calles de una ciudad vio en la cabeza de un chaval pobre una vieja corona de lata adornada con cascabeles.
A cada movimiento del chaval las campanillas resonaban: dindán, dindán. ¡Qué maravilla!
El mendigo, aunque sabio hasta aquel día, quedó con la boca abierta. ¡Qué hermosura, poder arrojar el sombrero verdoso y ponerse en la cabeza aquella especie de anillo brillante que resonaba sin descanso!
Había nacido en su corazón inocente el primer deseo. El primero de una serie ilimitada. Había terminado la paz.
Desde aquel día el mendigo dejó de explayarse mirando las nubes, de zambullirse en el riachuelo, de coger moras y madroños. Soñaba con la corona de latón como jamás ningún príncipe ambicioso había soñado el emblema del poder imperial. Se volvió triste, hasta huraño.
Entonces pensó ofrecerle sus servicios al chaval de la corona de lata. ¡Qué brillante era, cómo sonaba alegre! Ya podía ser feliz el pobre mendigo.
Pero no lo era. Cada vez que resonaba un cascabel, un nuevo deseo se le encendía en el corazón. Deseaba todas las cosas más absurdas, todas las dulces, vanas e irresistibles bagatelas del mundo.
Entonces comprendió que su corona de lata no era más que un capricho, incapaz de darle otra cosa que no fuera intranquilidad y desorden.
Y con un profundo suspiro devolvió al chaval su corona de lata. Y volvió a sentirse libre y casi feliz.
SED FELICES.

30 de marzo de 2010

SI ES QUE SOMOS DE LO QUE NO HAY


Todos los días, cuando escucho las noticias. Cuando veo las imágenes de lo que acaece en nuestro entorno cercano y lejano, me doy cuenta de lo que hemos avanzado. Cuando pequeño esperábamos un periódico (no recuerdo si semanal, quincenal o mensual) que traía hasta nosotros los sucesos más sangrientos, explicados de forma retórica y plena de colorido (aunque fuera rojo sangre). Y leíamos y no dábamos crédito a lo que allí se nos narraba. Simplemente nos parecía que todo eso ocurría tan lejos de nosotros que nunca nos alcanzaría.
Hasta que empezó a aparecer Murcia también. Recuerdo el crimen de la estanquera de la plaza de la Cruz Roja. Y yo, que por aquél entonces debía tener como 5 años, no lo leía, pero lo escuchaba a mis mayores, que bajando la voz, decían: ha sido aquí en Murcia. Parece mentira. Y dicen que ha sido… Y comenzaban las cábalas. Las sospechas, las correveidiles de turno que llevaban los rumores de una punta a otra de la ciudad. Es decir, del Barrio (el del Carmen por supuesto) hasta la Plaza de Santa Isabel, que no más allá llegaba el casco urbano de Murcia.
Y después fue in crescendo la violencia, el índice de mortalidad por crímenes. Casos conocidísimos y famosos de por vida. Misterios sin resolver. Pero eso sí, cada vez más y más cerca. Ya no era en la región de Murcia. Ahora se producía en el barrio en que vivíamos. Luego en la calle de al lado.
Y más tarde, no uno, sino dos en un año. Y al mes, y luego casi a diario, como sucede en estos momentos.
Dios, ¿cómo hemos podido llegar a esto? ¿Es esto la globalización? Porque la culpa no es de que antes éramos menos y que los medios no llegaban. No. Antes o después nos enterábamos de lo que pasaba más allá de nuestros límites regionales.
Lo que ocurre es que nos hemos empeñado en conseguir cosas en algunos casos inalcanzables. Y hay quien no se ha dado cuenta de que cuando no se puede, lo mejor es renunciar a pesar del disgusto y la frustración. Que lo que no es para ti, pues simplemente no lo es. Y como decimos en Murcia, lo que es es.
Pues no, ahora incluso la pareja si no es nuestra (porque no puede serlo eternamente, porque cambian los quereres y todo eso), hay algunos que piensan que esto no se puede consentir. Que esto es mío y de nadie más. Y eso, amigo mío (me dirijo al descerebrado que piensa de ese modo) no es así. Como dice el refrán español: Agua que no has de beber… O aún más: A enemigo que huye, puente de plata. Pero, déjalo hombre, déjalo y busca por otros lugares.
Y en el mismo sentido, con el trabajo, con el coche que deseas… que no puedes conseguir por la fuerza lo que no eres capaz por naturaleza o por oportunidades.
Que la vida es como es. Y la felicidad consiste en tomarla de esa forma. Y desgraciadamente, unos vivirán en la opulencia y otros en la riqueza. Y otros en medio, pero felices. Eso sí que está al alcance de todos. Aunque es difícil, lo sé, pero posible. ¿O alguien lo duda? Pues, vamos a intentarlo al menos. Que no digan que no hemos hecho todo lo posible.
SED FELICES

29 de marzo de 2010

Y QUÉ DOLOROSA TAMBIÉN


Días atrás hablaba de lo hermosa que es una lágrima, pero omití unas lágrimas muy importantes, quizá porque en ese momento, hice lo que todos, olvidarme de momentos amargos.
Decía en mi comentario que hay lágrimas de dolor, de sufrimiento… Pero dejé unas en el tintero: las lágrimas de amargura. También nacen del corazón o del alma. Son esos vómitos de tristeza que llegan a ser tan fuertes que no puedes evitar que te suban hasta los ojos, y que, una vez allí, se instalen en forma de lágrimas que esta vez, cuando discurren por las mejillas, en vez de producir calor, te abrasan.
Y hasta el sabor en vez de salado te recuerda al acíbar. Es más denso, más espeso, más… triste. Y es una sensación tan fuerte, que terminas llorando de forma convulsa, sin poder contener los temblores de todo tu cuerpo.
Que diferencia entre una y otra lágrima. La de felicidad y la de amargura. Tienen el mismo punto de partida y sin embargo, no dejan la misma sensación.
Esta noche, no me siento precisamente pródigo en mis pensamientos. Han sido un sinfín de noticias luctuosas. Muertes por violencia doméstica o de género. ¡Qué me importa a mí cómo se les llame a esos asesinatos incalificables! Los tengo un poco atrofiados. Y también a los que se han dado en Rusia por acérrimos terroristas que se han inmolado, eso sí, llevándose por delante a un montón de inocentes. En eso sólo se distingen unos animales de esta calaña de los otros de aquí, de España, los de la ETA, esos matan, pero ellos se van de rositas.
Todos los días no son iguales. No producen ni los mismos frutos, ni mucho menos en igual cantidad. Hoy toca sequía. Pero mañana, prometo ser más explícito. Y quizá un poco más alegre.
Lo que no podía era dejar de hablar de lo que ayer me dejé en el tintero y que hoy, por estos condenables sucesos, he sentido en lo más profundo de mí. Las lágrimas amargas. Espero que ninguno de vosotros las derrame en mucho tiempo. Mejor nunca jamás.
SED FELICES.

26 de marzo de 2010

TODO TIENE SU EXPLICACIÓN Y SU TIEMPO

Pasan los años, cada vez más por cierto. Los hijos se hacen mayores. Y se regalan y te regalan savia nueva. Van llenando tu vida de pequeños detalles, hombrecitos a los que ves crecer y a los que intentas acompañar, si te dejan, para ir enseñándoles el camino. Más bien para ir completando aquello que sus padres les enseñan, suavizando un poco el rigor paterno-materno, lógico y natural por otra parte.
Cada vez que alguien es abuelo, hay un amigo o conocido (de lo segundo abundan, lo primero es muy escaso) que te dice: “Ahora a mimarlo y a malcriarlo”. Y digo yo: ¿Y por qué hemos de malcriarlos? A ver si ponemos las cosas un poco en claro. Los padres han de ser rígidos y llevar a sus retoños por el camino más recto posible. Es su responsabilidad hacerles ver que la vida no es fácil y que precisa de sacrificio y esfuerzo. Que todo lo que se hace tiene un sentido y que el futuro hay que labrarlo desde muy jovencitos. Esa es su misión, que ya es bastante difícil, como lo fue nuestra en su momento con ellos.
Pero recuerdo en la “mili”, también ha pasado tiempo ¡qué bárbaro! Allí eran el sargento y el capitán los que se encargaban de amargarte, achuchándote a todas horas, no dejándote respirar “para que te hicieras un hombre” (como si con 21 años fueras un crío) y cuando andabas medio abatido y triste, con morriña de tu casa y añoranza de tus padres, aparecía el teniente de la escala universitaria para hacer de paño de lágrimas y suavizar tu desesperación.
Pues algo así hacemos los abuelos. Simplemente, apuntalamos lo que han dicho los padres, haciéndoles comprender a esos muñequitos en formación, que tienen razón, que lo hacen por su bien, que todo lo que les regañan es porque han de comportarse de otra forma. Y les ofreces ternura y comprensión de forma diferente a como lo hacen sus padres. Pero es simplemente eso, cuestión de matices y de tonos.
A lo que voy, que encima hoy tenemos una esperanza de vida mayor, nuestros hijos trabajan ambos porque no está el sobaco pa farolillos y los abuelos pues, eso, como los buenos amigos, para abusar de ellos.
Por mí, que abusen. Mientras el cuerpo aguante…
SED FELICES

25 de marzo de 2010

AHORRAR O ADMINISTRAR


AHORRAR: 1. Reservar alguna parte del gasto ordinario. 2. Guardar dinero como previsión para necesidades futuras. 3. Evitar un gasto o consumo mayor.
ADMINISTRAR: Graduar o dosificar el uso de algo, para obtener mayor rendimiento de ello o para que produzca mejor efecto.
Y me pregunta Arpelio, mi gnomo preferido: ¿Qué quieres decir con esto, Voz? ¿A qué esa incursión en el Diccionario?.
La respuesta es bien sencilla. Escucho a sesudos economistas en el programa 59 segundos, hablar de economía. De la conveniencia o no de subir el IVA. El programa del Gobierno de Economía sostenible. De la proa que nos han puesto en Europa, sobre todo Alemania y Francia. De la aclaración que le han pedido de ese proyecto al Sr. Zapatero. Y escucho con atención. Son estos señores, ya talluditos casi todos, avezados en el arte de la economía. Tienen, han tenido o tendrán puestos importantes. Hablan de Japón, del problema de Grecia, al que pretendemos ayudar con 2.000 millones de euros (yo creía que no teníamos dinero) y de que lo que al país heleno le ocurre lo vamos a heredar nosotros y Portugal.
También escucho que el consumo se ha reducido, pero que se ha estancado, es decir, ni sube ni baja. Y eso parece que es bueno. Luego escucho la palabra mágica. Dicen que gracias a la subida de los impuestos y por tanto de los precios, llegaremos en España al ahorro.
¡Me quedo muerto, morío, matao! Como dice mi amigo JaviGrillo.
Menos mal que hay alguien que sale y explica un poco este tema. Bueno, primero dice que él hace ya años y antes de que le dieran el infarto que lo retiró de la política (hablo del cordobés Julio Anguita), él ya decía que se proclamaba Europeo pero no europeísta. Que no compartíamos con el resto prácticamente nada, pero que había que estar ahí.
Pero entonces agarró la palabra malintencionada (según yo) y dijo que ahorrar se tiene en casi todos sitios por guardar algo de dinero. Y no por lo que aquí se quería indicar: los españoles estamos, muchos, en un momento en que recuerdo mi casa cuando pequeño. Se hacía comida, por ejemplo cocido, y teníamos para toda la semana. Una casera los domingos, si había suerte. Embutido, poco, en pan, mucho. Eso es lo que mi madre y tantas otras madres de entonces hacía.
Y eso, señores economistas no es ahorro. Eso es administración. Lo que tienen ustedes que procurar es que tengamos más que administrar para poder darnos algún caprichito. Una cervecita, un poquito de jamón. Que no digo cigalas ni nada de eso.
Y algunos solo tienen para pagar los gastos ineludibles y no las hipotecas ni los préstamos al consumo. Así los bancos no van a capitalizar para invertir. Pero pienso, que si les toca perder un poco, que se aguanten, que siempre son los que ganan.
SED FELICES.

¿TANTO NOS AFECTA?


Después de tantos años vividos… y a la espera de que me queden otros tantos… sigo pensando qué es lo que nos afecta tanto como para que nuestro carácter sea tan cambiante.
Y creo que no hay que ser muy inteligente, aunque sí listo (que no es lo mismo) para darnos cuenta de que no somos nosotros.
Porque nosotros, pobres mortales, trabajadores la inmensa mayoría. Es decir, proletarios, consumidores y sufridos “hipotecos entre comillas”, hemos ido viendo cómo nuestras aspiraciones, esas que de pequeños eran nuestro sueño. Nuestra ilusión. Lo que íbamos contando a todo el mundo cuando nos preguntaban qué queríamos ser de mayores.
Aunque esos primeros deseos fueron cambiando con el tiempo, pero por el simple hecho de que conforme adquiríamos conocimientos del mundo, conforme alimentábamos nuestras neuronas con la información que nos entraba a raudales por todos los medios habidos y por haber. Por los cinco sentidos en suma y porque sólo tenemos cinco… nuestras metas eran distintas. Si de pequeños decíamos poetas, médicos, o curas o monjas, o bomberos, o policías, o vaqueros. O simplemente, seres dedicados a ayudar a los demás, por el simple hecho de que nos nacía así, porque éramos de los que entonces decían “este va pa cura”… Al ir creciendo y asimilando toda esa formación-información, empezábamos a darnos cuenta de que con eso no se comía muy bien, o se comía simplemente.
Y nuestras metas comenzaban a rolar como un barco azotado por un cambio de viento. En lugar de desplegar las velas, las íbamos recogiendo y anudándolas. No fuera que esos vientos las dañaran. Entonces es mejor dejar que el barco navegue por sí solo. Dejarlo que vaya hacia donde las corrientes marinas lo empujen. Y eso nos lleva a desembarcar en un puerto que no es el nuestro, pero que nos acoge y nos sirve de abrigo.
Más tarde, cuando empiezas a ver las cosas desde la atalaya de la edad, te arrepientes de cosas que has hecho, pero mucho más, de las que has dejado de hacer.
Porque esas son las que hubieran henchido tus velas en todo su esplendor, a pesar de los pesares, aún a cambio de no ser tan acomodado como pensabas que te iba a hacer el haberlas recogido.
Y te das cuenta de que la vida al final es lo que tú has decidido que sea, pero que podía haber sido distinta. Otra. Quizá peor. O quizá mejor. Pero ya no tienes tiempo de volver atrás. Ahora estás anclado en ese puerto desde el que ves, con tristeza, el desguace en el que esperan, pacientes, otros barcos que como el tuyo, han llegado al final de su existencia.
Antes o después tú entrarás en él también. Serás desguazado. Sólo piensas en que los mares que has surcado y la gente que ha ido sobre tu cubierta, quizá haya aprendido a navegar en la dificultad. O quizá, si lo has hecho sólo, las piezas que salgan de ese desguace, sirvan a algún otro barco, para ser reparado o quizá, como ejemplo de las cosas bien hechas.
SED FELICES

24 de marzo de 2010

¿POR QUÉ NOS VOLVEMOS INCRÉDULOS?

Desde que empezamos a tener uso de razón (en cuanto a cuándo sucede eso hay muchas discrepancias), queremos saber. Si no hablamos, miramos, captamos, almacenamos, tocamos, sentimos, saboreamos, escuchamos… Es todo nuevo, es todo vital. Damos manotazos y patadas al aire en un intento de capturar todo lo que pasa alrededor. Nos aferramos a un simple dedo como si fuera nuestra tabla de salvación. Lloramos, reímos. Y dicen que cada llanto tiene una interpretación. ¡Fíjate, han estudiado el llanto de los niños y no la risa, cuando es tan variopinta como el llanto! Pero, no debe interesar mucho la alegría, porque se esfuerzan en estudiar el dolor, la frustración, el hambre, la tristeza… ¿Será porque ese es el futuro que nuestros mayores saben que nos espera?
Cuando nos vamos haciendo mayores, cada vez preguntamos más. Ya queremos respuestas, porque todo nos parece que debe tener una explicación y a pesar de lo que nos digan, aunque esté muy bien disfrazado… cuando es mentira (porque cuando no lo es no hay que disfrazar nada), como que no tragamos. Lo dejamos así como en espera. Y como no nos dan una explicación mejor, pues volvemos a preguntar. Y cuando se repite varias veces, porque un niño no tiene hartura para plantear preguntas, nos cortan con cualquier frase del tipo: ya te enterarás cuando seas mayor. Esto es cosa de mayores. Aunque te lo explique no lo entenderás. Cuando seas grande comerás carne. Y un montón de frases-excusa, que nos dejan igual que estábamos al principio.
Y toda la vida igual. Aprendemos antes a mentir que a andar. Somos capaces de decir lo que presentimos va a ser mejor aceptado por los mayores, aún a sabiendas de que estamos faltando a la verdad.
Es decir, vamos incorporando capas a nuestra concha de galápago.
Yo creo que eso es lo que hace que cuando somos adultos -a pesar de que nos trastean todo lo que quieren, nos mienten más que hablan, nos engañan con caramelos envenenados y encima nos tratan como si fuéramos tontos- pasemos por la vida como si fuera un feria en la que quienes tienen los premios jugaran con nosotros. Los que poseen las atracciones nos llamaran y nos convencieran de que eso que hay dentro es lo mejor del mundo, aunque cuando entremos nos llevemos un chasco, porque es un simple espejo que nos hace más gordos o más delgados.
Que, simplemente, jugamos a que crean que juegan con nosotros, porque después de todo y a pesar de nosotros elijamos a quienes nos debían de tratar como personas inteligentes, se empeñen en demostrarnos que ellos siguen pensando que somos tontos.
Y a lo mejor es que sabemos mentir tan bien que se lo creen.
Pero nosotros no. A ver si espabilamos y tomamos las riendas, que ya está bien. ¿O no?
Vosotros… SED FELICES.

23 de marzo de 2010

INTRANSIGENTES E INDULGENTES


La noticia, fechada hoy, dice textualmente: “El Papa Benedicto XVI pidió ayer a los fieles que sean “intransigentes” con el pecado, pero “indulgentes” con las personas que los cometen.”
Yo, como siempre, me tiro de cabeza a mi RAE.
TRANSIGIR: Consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia. Es decir, no se debe consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero. Más aún, no se puede consentir que un señor o señora, abuse de una inocente criatura, marcándolo por vida por ser así su naturaleza.
INDULGENCIA:
1. f. Facilidad en perdonar o disimular las culpas o en conceder gracias.
2. f. Remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados, que se obtiene por mediación de la Iglesia.
Según la segunda acepción es la remisión ante Dios de los pecados ya perdonados y obtenida por mediación de la Iglesia. Pero también dice en la primera que es la “facilidad” en perdonar o “disimular” las culpas.
¿Disimular? ¿Quiere decir nuestro Papa hacer como que no se ven? ¿Mirar hacia otro lado? ¿Por qué? ¿Por qué los últimos pederastas aparecidos pertenecen a la Iglesia? Lo siento, pero no lo puedo entender. Que le pregunten a las víctimas, si es que han tenido la suerte de caer en manos de un pederasta que no los ha asesinado, o a los padres qué hacer con ellos. Por supuesto que por muy cristianos que sean, les va a resultar muy difícil “disimular”.
En ese caso, ¿qué hace la Iglesia con la postura adoptada ante los métodos anticonceptivos o ante el aborto? ¿Disimular? ¿Ser intransigente o indulgente? Lo que no se puede ser de ninguna manera es incongruente, o sea, Actitud lógica y consecuente con una posición anterior. Lo hago por coherencia con mis principios. O lo que es lo mismo: ¿Dé qué narices estamos hablando?
SED FELICES.

19 de marzo de 2010

COBARDES, ASESINOS Y… QUIJOTES

Hoy ruego me sea permitido utilizar unas palabras definitorias de la situación que intento expresar de la mejor forma posible. Intentando molestar lo justo, pero poniendo el dedo en la llaga, si ello es posible. A algunos no les dolerá, seguro, pero yo lo voy a poner.
Día del Padre. Noticias. Primera… Una mujer de 56 años asesinada impunemente por un innombrable de 58 que no soportaba que lo hubieran dejado. Ella lo volvió a acoger a pesar de los malos tratos por que le dio pena. Al final, lo tuvo que dejar de nuevo porque la seguía haciendo pasar humillaciones y recibir palizas sin que nadie, al parecer, tomara cartas en al asunto. Me refiero a hijos, tenía tres (ella los sigue teniendo, ellos ahora no tienen madre) o vecinos. La bestia salvaje que le ha quitado la vida tenía una orden de alejamiento.
Noticia de hace muy poco: Un control policial. Detienen a unos presuntos etarras. De golpe aparecen otros más y sin más se lían a tiros con los gendarmes franceses. Resultado un gendarme que cumplía con su obligación asesinado por una bestia sangrienta que ni tiene cerebro ni bemoles (por llamarlos de alguna forma no malsonante) y que su única intención es demostrar que unos cuantos quieren someter a millones de otros que no piensan como ellos. Aunque, bien mirado, ellos no piensan. Las alimañas no son capaces de pensar. Eso está reservado al ser humano. Al ser con conciencia y con alma.
Pero tanto uno como otros, según la Justicia, deben ser tratados con arreglo a unas normas que ellos no cumplen. Pero no todos podemos ser iguales. Nosotros, siendo benevolentes, somos más personas. Y se articula la Ley y a unos se les dan modos de vida digna dentro de la cárcel (quiero decir estudios, ordenador, televisión y cercanía) y al otro, al maltratador, se le dicta una orden de alejamiento.
Unos viendo lo bien que viven y el otro consciente de que el alejamiento es de los demás, o mejor de quien él quiera, que no de su víctima, la sigue, la espera y sin más la mata. Los otros salen lo antes posible, apoyados en que se han vuelto buenos y si no pueden quedar libres, adoctrinan a otros para que les sustituyan. Y todo con el apoyo de algunos a los que no se les castiga todo lo que se debía, por puros defectos de forma.
Resultado, que los que gobiernan, y me refiero a todos, gobierno y oposición y los que alrededor forman coalición con ellos, son los eternos Quijotes españoles que luchan contra molinos de viento en bien de lo que creen justos y no ven que están equivocados. Más nos valdría que se parecieran al desaparecido toro de Osborne, que daba cornadas y le colgaban dos adornos que a muchos les vendrían muy, pero que muy bien.
Vosotros, ya sabéis lo que os deseo, SED FELICES.

SE HA PERDIDO LA CARTA


No es que se haya extraviado. Digo que se ha perdido. Desaparecido, muerto. Sí, a eso me refiero. Ya no vamos al buzón a ver si hay algo para nosotros. Si hay alguna noticia de la familia, del ser amado… Ahora no encontramos más que avisos de cobro, facturas, resúmenes de operaciones bancarias… y publicidad, ¡cantidades ingentes de publicidad! Y como, además, la mayoría de la gente tiene la particular costumbre de ver que son folletos y dejados en montones en el buzón, pues… al suelo con ellos. Que ya vendrá algún otro vecino que tenga un poco más de urbanidad y los recogerá y tirará al contenedor de papel que es donde deben estar.
Ya poca gente mira todo lo que le llega al buzón, porque se cansa. Y también del toque indiscriminado al timbre de los pobres repartidores (que no tienen la culpa), pero que para poder hacer su trabajo lo antes posible, llaman a todos los timbres de las casas, con lo que al contestar por el portero automático, oyes: ¡Publicidaddddd! Y eso sí, te sirve para hablar con los demás vecinos que han descolgado también y ya aprovechas y saludas diciendo: “Es lo de siempre, la puñetera publicidad”. Y encima a estas horas. Por cierto lo mismo da qué hora sea, siempre decimos lo mismo.
Bien pues ya no tenemos cartas, se ha acabado la espera de ese papel escrito con cuidado y esmero, doblado e introducido en un sobre. Debidamente franqueado (y no tiene que ver con Franco, porque ahora se franquea con otras figuras e incluso sin ellas, pero se sigue llamando franqueo) y que con todo el cuidado del mundo cortábamos con el abrecartas, artilugio de mil formas y materiales distintos, que siempre teníamos en casa para no romper el papel que contenía el susodicho sobre. La leíamos y con ella aún delante, nos poníamos manos a la obra. Papel en la mesa, bolígrafo o pluma y a contestar a lo que nos decían. Luego dobladito y dentro. Y tras mojar el borde con la lengua y deslizar los dedos por todo el borde para dejarlo bien cerradito, hala al buzón. Teníamos hasta, a veces, sobres y papel de colores. Y hasta tinta de color para las epístolas.
¡Qué bonito! Te ibas a la mili y cuando venía el cartero te arremolinabas a su alrededor a ver si tenías carta. De los padres, los hermanos, la novia… Si había mucha distancia por medio, era lo único que te mantenía la ilusión, la carta que te acercaba a ellos. Que conservaba viva la ilusión, porque el teléfono era caro y difícil el establecer una comunicación.
Pero ahora todo ha cambiado. Para bien que no digo lo contrario. Móviles, teléfono en todas las casas, mensajes de texto y de imagen, videoconferencias.
En Internet. Eso ya es el colmo. Entras al Messenger y por muy larga que sea la distancia estableces conexión con otra persona. En vivo y en directo. Instantáneo.
O el correo electrónico, más bien denominado, i-meil. O Emilio, es igual, pero que gracias a que muchísima gente dispone de conexión a la red de redes, recibe de inmediato, al segundo de haber sido enviado.
Sólo una pega, los spam. Es decir, el correo basura. Que mira que fastidia. Y ahora ya los servidores de correo lo separan y salvo que tú digas que es conocido el remitente, espera a ser destruido sin siquiera abrirse.
Pero es curioso, mi hijo recibe publicidad sobre viajes, tarjetas de crédito, ipod, mp3 y facilidades para comunicarse a través de mensajes de móvil desde el propio PC.
Y sin embargo yo, veo siempre lleno mi buzón electrónico de publicidad sobre Viagra, alargadores de miembro viri... Y viajes de tercera edad.
Por eso me dan ganas de cuando abro una cuenta, poner una edad distinta a ver si yo consigo engañarlos a ellos. Habrá que pensar en algo…
SED FELICES

17 de marzo de 2010

POR FAVOR, QUE ME QUEDE COMO ESTOY


Para ver cosas, estar vivo, que diría mi padre. Lo que me doy cuenta es que cuantos más años cumplo, más repito lo que mi progenitor me decía. Lástima que sólo lo disfruté hasta los 19 años, lo perdí 7 días antes de cumplir yo los 20. Porque ahora me doy cuenta de lo sabio que era. Sabio de beber la savia de lo cotidiano, del menú de la vida.
Y volviendo al comentario de esta noche. Ahí queda lo que pienso. Y por tanto lo que digo.
Viene esto a cuento, porque no hace mucho, cuando hablaba con mis amigos, compañeros, familia… las conversaciones giraban en torno a dónde íbamos de vacaciones, el que podía, que unos sí y otros no, los más. Que andábamos un poco apurados para llegar a final de mes. Que los préstamos personales…
Pero no hablábamos de la hipoteca, ni de llegar de verdad a final de mes. Digo de verdad, de esas verdades de que algunos tienen que acudir, lo vimos en televisión el otro día a Cáritas para poder comer y subsistir con sus ayudas.
Esto nos convierte en pobres-pobres. No de estar a fin de mes, sino a fin del mes que viene.
Escuché de boca de un periodista, que ya en su momento comentó el tema de Al Gore y de la energía eólica, que también habló de que se decía que en 2004 habríamos acabado con el petróleo y ahora resulta que hay reservas para echarle a los cerdos. Que no termino de entender los tejemanejes de algunos para engañar a muchos. Que me siento como un tonto al que le dicen cualquier cosa y se la cree. Quizá porque no nos queda otra. Quizá.
Pero lo que me dejó de piedra es que hay un mineral, el coltan, columbita-tantalita, del que se extrae el niobio y el tántalo. Que tántalo viene de un dios griego, condenado a no beber agua entre otros martirios. Y resulta que el tántalo es indispensable para que funcionen todos los componentes de nuestros móviles, pantallas planas, televisores, radioemisores, navegación terrestre, aérea y marítima. Es decir, sin este producto nos vamos al siglo pasado por lo menos otra vez.
Y eso no es lo malo, lo malo es que el 80% de las reservas están en el Congo. Que allí los niños son explotados y extraen a mano con un mazo y un punzón de madera el dichoso coltan. Y que nos están engañando diciendo que las luchas tribales son las que acaban con la población. Y sin embargo, me entero anoche de que es por su dominio, el del coltan, por lo que se cepillan a la gente. Y que los niños no cobran o como mucho cobran en comida.
Y yo ni digo que sea cierto ni que no.
Pero si esto funciona así. Y si con la de enfermedades que hay, la desnutrición, la muerte infantil, las epidemias y las pandemias y demás zarandajas, sólo me queda decir, pero a pleno pulmón y de todo corazón: POR FAVOR, QUE ME QUEDE COMO ESTOY.
SED FELICES

16 de marzo de 2010

PERSONAS IMPORTANTES


Me preguntan mis fantasmas sobre un tema que a mí me gusta. Mira por donde. La clasificación de las personas. Normales, hacendosas, ahorradoras, cándidas, enamoradizas… eso son adjetivos que indican en qué destacan o no. Pero hay un tipo de personas que es el tema que me imponen hoy mis amigos. Hablar de ellas…
Me gustaría aclarar lo de personas importantes. Las hay que lo son, porque sí y las hay que creen que lo son, por tontería. Suya claro.
De los primeros muchos y anónimos. Incluso reconocidos luego de dejar esta vida. Pero que han hecho algo por los demás o para los demás. También esos que de forma anónima se dedican a ofrecer el tiempo que les queda libre a los necesitados o a obras que no tienen publicidad, pero que hacen falta en esta sociedad en que vivimos. O los que tienen que dedicar el tiempo que les queda libre y el que le quitan al descanso porque tienen a su cargo algún familiar impedido que necesita de su atención y su cariño.
Esos son importantes. Son necesarios en nuestra sociedad y en el mundo entero.
Luego están los importantes tontos, los que presumen de sus coches, de sus casas, de sus posesiones, de sus joyas, de sus gimnasios, en fin de todos sus sus. Y he dicho los que presumen, no los que los tienen, que de esos hay muchos que se lo han ganado muy honradamente y tienen derecho. Y si no lo quieren compartir son muy dueños, que a eso nadie obliga. La conciencia y poco más. Pedir sí, pero exigir no se puede. Pero son importantes sin vanagloriarse de ello y tratan a sus empleados con justicia. Les pagan lo que marca la Ley e incluso tienen algún detalle con ellos. Más o menos, eso depende de cómo le hayan ido las cosas. Algunos ni eso, pero qué le vamos a hacer.
El caso es que esa era la vara que medía la importancia. Eso y la centralita en la oficina con varias líneas y un teléfono en cada habitación en la casa.
Pero ahora a todo eso hay que sumar otro modo de ser importante. El móvil. Quien más quien menos tiene uno. Por oferta, por compra, por regalo. Con precontrato, con pago por factura. Con un operador u otro o cambiando para ir consiguiendo terminales nuevos gratis. En fin, inmerso en la vorágine de los móviles. Algo impensable no hace muchos años. Si no estabas en casa cuando te llamaban, todo quedaba en suposiciones de en qué lugar podías estar y mucho menos saber cuándo volverías. Un recado, un postist y punto. Aunque si era en casa igual la mujer o los hijos, no se acordaban y sólo cuando sonaba el teléfono, se echaban manos a la cabeza y decían: “Anda. Te ha llamado fulano. Pero se me ha pasado decírtelo”. Y ya está.
Ahora no. Ahora la persona importante se mide también no por el número de móviles que tiene (que puede oscilar como mínimo en 4) sino por cuántos no atiende. Si tiene que atender como mínimo uno, el del trabajo, es que no es tan importante. Pero amigo, si se puede permitir no atender a ninguno y ni siquiera tener que llamar después, ese es IMPORTANTE.
Pero para mí es un Gili, porque no hay derecho. Si supiera los cabreos que agarramos los que necesitamos algo de alguien y no le da la gana de descolgar, se lo pensaría dos veces. Ah, y si encima tiene eso tan típico que dice: “Este es el contestador automático del número tal y tal y tal. Deje su mensaje y si se equivoca pulse almohadilla”. Mira, te pulsaba yo sobre la nuez, porque el establecimiento de llamada y la primera fracción ya no me la quita nadie de la factura. Así que señor IMPORTANTE, sea un poco más humano y conteste por favor. La próxima vez dejaré un mensaje que diga: “Soy el llamador automático de tal y tal y tal. Y tú eres un imbécil”.
SED FELICES

15 de marzo de 2010

PARA TODA LA VIDA


Un día vemos la luz por primera vez. Y sufrimos. Porque abandonamos un lugar cálido y acogedor, donde estamos a salvo de todo lo externo. Sufrimos porque entramos en un mundo desconocido. No lo sabemos, quizá solo lo intuimos. O quizá sí lo sabemos, pero después no nos acordamos.
Yo pienso en que hay varias etapas en la vida del ser humano: Una cuando somos engendrados y comienza nuestra gestación. De 7 a 9 meses de estancia en el vientre de nuestra madre. Cuidados, mimos, cariño… Siempre y cuando hablemos de un embarazo deseado. Dicen que incluso si nos hablan y nos cuentan cosas o si nos cantan o ponen música, pasa a nuestra memoria, a nuestro cerebro. No lo sé, porque creo que ni un mínimo recuerdo de esa fase de nuestra existencia queda almacenado en nuestro cerebro. Al manos a nivel consciente.
Segundo: Nacemos. Momento como he dicho en que sufrimos el shock del paso de un silencio acogedor y dulce a un mundo ruidoso e incómodo. Pasamos más de la mitad de ese tramo de vida, llorando, haciendo caca y pipí y mamando. O tomando el biberón, pero mejor si mamamos. Que como la leche materna no hay nada. Y además, nos permite mirar a los ojos a nuestra madre. Es una mirada larga, dulce, de esas en que maldita la falta que hacen las palabras. Pero, de ese segundo tramo de vida, tampoco guardamos ningún recuerdo. Ni siquiera sensaciones. Por lo menos en el consciente, que quizá el subconsciente se acuerde de algo. Tendré que preguntarle el día que me tope con él.
Son mínimo 2 ó 3 años. A partir de ahí dicen que comienza a formarse el carácter del niño y que influye cómo se le trata, cómo se le habla y cómo se le hace ver la vida. Por muy pequeñín que sea.
Del cariño y del trato de los padres, hermanos y familiares, dependerá cómo se comporte de ahí en adelante. De qué manera se desarrollará su vida, su aprendizaje y sus facultades.
Eso es lo que sabíamos hasta ahora. Lo que siempre hemos creído. Hoy resulta que la vida de una criatura, puede verse envuelta en los reveses familiares y tener que prescindir del padre o de la madre, en el entorno diario. Visitas esporádicas permitidas. Saltos de un hogar a otro. Conocimiento de una segunda madre y/o un segundo padre. Vale, hasta ahí todo normal. Es la vida de hoy. Es la sociedad que se comporta así.
Pero hay algo que no sabemos ver, por lo menos una gran mayoría. Los ojos de un niño. La alegría o la tristeza. Cuando nos envían una foto de los niños que pasan hambre, que están totalmente desnutridos, famélicos y enfermos. Con unos ojos enormes que claman por un poco de amor y cariño, borramos inmediatamente el e-mail. ¿Por qué lo hacemos? Por cobardía. Por miedo. Y nos prometemos no volver abrir un correo de ese tipo.
Miremos sólo a nuestro alrededor. Esos mismos ojos, aun sin pertenecer a un cuerpo desnutrido y ajado prematuramente. Sin ser los de un niño sin padres, abandonado. Sin corresponderse con ninguna foto por el color de la piel… Son los de tantos y tantos niños a los que no se presta la atención que merecen. A los que no se les concede la atención mínima necesaria y se dejan al cuidado de la tele y de los juegos. Un simple abrazo, un par de besos y un cariño infinito que se puede dar con sólo una mirada, sería para ellos algo más importante que vivir. Porque vivir triste no es vivir. Vivir triste, sin cariño es pagar los pecados cometidos por otros seres que, no siendo responsables, jugaron a poner en el mundo niños que son infelices.
Pensad en ello, pensad y…
SED FELICES

13 de marzo de 2010

LA AMISTAD ES REALMENTE ALGO GRANDE


Hoy les toca a las brujas, mis brujas, preguntar. Últimamente están todos muy interesados en saber mi opinión sobre algunas cosas. Es bueno después, de todo. Me piden mi opinión sobre la amistad. 
"..Vuestra amistad para mi va acompañada de pensamientos, ideas, cariño y mucho amor.
Mi amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevo en mi mente, cuidadosamente acomodado en mi interior, todo eso en lo que creo, en lo que confío, en lo que siento.
Eso que más allá del mundo encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no hay nada más. Algo que lamentas no ver... Porque el verdadero amigo no se ve, no se toca, Simplemente lo sientes.
Con solo una mirada, sientes su presencia... Es aquello por lo que darías... ¿qué darías tú por una gran Amistad?”
Esto me escribía hoy una amiga que compartió durante bastantes días todo el trabajo de una compañía itinerante de teatro.
Reseño lo de itinerante porque, si alguien no lo sabe, una compañía de este tipo carga, descarga, monta, ordena vestuario, atrezzo, maquillaje y todo lo que lleva consigo una puesta en escena.
Además, siendo una obra con 6 decorados distintos, que hay que cambiar en el menor tiempo posible. Los escenarios y teatros, que tienen desde suficiente a mínimo espacio. En fin, un cúmulo de circunstancias que hace que sea un trabajo farragoso y cansado. Pero como hay un ambiente fenomenal entre todos, pues eso queda a un lado y lo que realmente vale es el resultado final. Y cuando llegas a casa después de 10 ó 12 horas desde que saliste, lo haces feliz y satisfecho.
Pues sumado a eso la amistad entre algunos que siempre existe de forma no exclusiva, pero sí separada por la afinidad, hace que sea aún más llevadero todo ese trabajo. Desde que inicias la jornada hasta que la rematas.
Y eso porque la amistad es algo tan grande, que aunque quieras no la puedes romper, sería por una causa muy grave por lo que lo hicieras. Y eso, entre las personas a que me refiero, no lo veo muy fácil.
Fran o Ciutti, Mayka o Hermana Tornera, Elvira o la Sra. Directora, Santiago, Borja, Mari Carmen… a todos, que son muchos, gracias por todo eso.
A los que me escucháis sólo os deseo que en la vida, encontréis amigos así.
SED FELICES

11 de marzo de 2010

ODIO

Mis licántropos me interpelan sobre el 11-M y hacen referencia a una palabra… ODIO. Yo, intento explicarle por si les puedo aclarar algo. Aunque sé que es muy difícil. El Odio es un sentimiento profundo, intenso. Es un impulso, un instinto básico. Arranca de lo más profundo de nuestro ser. No sale del corazón, eso sería más bien rencor, desprecio. El odio es mucho más bajo, arranca de las tripas, de los intestinos. Produce una contracción y luego sube burbujeando hacia la garganta, la nariz y los ojos. En la garganta arranca ronquidos de ira y en los ojos hace brotar amargas lágrimas.
Y lo triste es que cada vez hay más cosas que nos provocan odio. Las distintas religiones invitan al perdón, a la comprensión y a la tolerancia, pero… yo les pediría que me explicaran cómo se puede perdonar y tolerar la violencia contra una mujer, un niño, un anciano. El abuso de la fuerza. Las bandas. Los atracadores, que no sólo te roban sino que encima te dan una paliza. Los ladrones de joyerías que arrasan con todo e incluso con la vida de los joyeros.
Eso y mil cosas más. Tan sin sentido son estos actos como los que cometen los animales sin clasificar que se llaman terroristas y que encima intentan convencerse a sí mismos de que están en una guerra. En una guerra hay dos contendientes, hay un enemigo. ¿Dónde están los enemigos de los etarras? ¿Alguien me lo podría explicar? ¿Soy yo, eres tú su enemigo? ¿Son esos niños que salen del colegio o que juegan? ¿Son esos clientes de un hipermercado? ¿Los de un hotel? ¡Por Dios! ¡Qué infamia más grande cometen! Además de asesinos, cobardes y mentirosos.
Por eso sentimos odio. Porque hacia una fiera salvaje que nos podamos encontrar sentimos miedo, intentamos no tropezarnos con ella, no meternos en su terreno para evitar el peligro. Pero, ¿me quieren decir dónde está el terreno de estos salvajes? ¿Por qué hacen del mundo su territorio y todo lo que les molesta lo aplastan? ¿Es así como vamos a dejar el mundo a nuestros descendientes? ¡Pues estamos listos! ¡Esto mejora día a día! Y yo quisiera no estar aquí para verlo.
Con el deseo de que esto acabe lo más rápido posible y haya una justicia y una Ley que los meta en cintura, pero de verdad, sin ambages ni melindres. Con un par de narices, que ellos no tienen, os deseo lo más que se puede pedir:
SED FELICES

9 de marzo de 2010

BOLITA DE PIMIENTA

Me cuentan mis gnomos que la Pimienta es de la familia de las Piperáceas y que es un árbol trepador que crece en zona tropicales húmedas. Los granos de pimienta son las bayas del árbol Piper nigrum. Y dado su gran valor al utilizarla como moneda de cambio en los mercados. Eso propició que Blasco de Gama se pusiera en marcha buscando la Ruta de las Especias.
Tres tipos de pimienta existen:
Pimienta negra:es la pimienta recolectada cuando todavía no está madura, que al dejarla secar, se pone negra y se arruga.
Pimienta blanca: es la pimienta recolectada madura, que se deja macerar con agua, se le quita la piel y aparece el grano blanco.
Pimienta rosa y la Pimienta verde: es la pimienta recolectada verde o muy inmadura, macerada en salmuera y sacada cada una en un momento diferente de la maceración.
Ellas son las que dan un toque especial a las recetas culinarias.
¿Y ahora me preguntaréis a qué viene esto, no? Pues es muy fácil. Me gusta aportar algo de historia a mis comentarios. Y al mismo tiempo utilizar esa historia para hacer comparaciones.
Y ahí va. Las especias son importantes para dar sabor, pero antes han de ser recolectadas y tratadas, para aportar diversidad de sabores y aromas.
El ser humano es como un granito de pimienta. Y depende de cómo ha sido cuidado, educado y, más tarde, aprovechado todo esto, para que aporte a la sociedad un punto más o menos picante, más o menos sabroso o sea capaz de estropear el mejor guiso del mundo.
Una sola bolita. Una menudencia en la infinitud. Importante. Única. Irrepetible. En conjunto puede disimularse, cuando se individualiza o vale o no. Así de simple. Así de sencillo. Así de humano.
SED FELICES.

8 de marzo de 2010

MUJER


Hoy se ha celebrado el día de la mujer trabajadora. Yo como siempre, voy a mi diccionario:
Mujer es la persona del sexo femenino. Así de escueto y sencillo es el diccionario de la RAE.
Trabajadora es la mujer que trabaja.
Trabajo es ocupación retribuida.
Bien, puesto todo esto en claro, la mujer trabajadora es la persona del sexo femenino que trabaja y es remunerada por ello.
Perfecto. Trabajadora doméstica sin embargo es la empleada en un hogar para hacer trabajos domésticos y que a veces vive en la casa del empleador.
Sigamos:
Sus labores. Trabajo que ejerce la persona del sexo femenino en su propia casa, sin remuneración alguna.
Ahí quería yo llegar. Que veo muy bien lo de la mujer trabajadora y su día. Ya existe el día del trabajador. ¿Por qué la distinción? Será por lo del sexismo. Trabajador no es trabajadora. Y así queda perfectamente delimitado todo.
Pero, ¿dónde queda entonces la mujer de su casa de toda la vida? No está remunerada. Por lo tanto no es trabajadora, pero trabaja, lo puedo asegurar, más que cualquiera quisiera, porque se le suma de vez en cuando algún dependiente.
Que me parece estupendo eso del día de… hay día para todo. Para la madre, incluso. Por cierto la palabra más hermosa que se ha podido inventar, a pesar de que haya quien quiera cargarse lo de madre, dándole los medios para abortar, en lugar de enseñarle a ser padres responsables. Que todo ha de hacerse con cabeza. Lo fácil es romper el jarrón después de haberlo hecho. Y meter a todo el mundo en el berenjenal de las discusiones. Aprende a comer y no tendrás indigestiones que decía mi padre.
Pero sigo con lo que empecé. ¿Dónde está el día de la mujer que se ocupa de sus labores? La sufrida, la maltratada por la vida. La que hoy sigue llevando adelante una casa, una familia, el colegio, la comida, la colada, los papeles, el no dormir cuando hay alguien enfermo. Y todo lo que se añada.
Un aplaudo para esa MUJER con mayúsculas que también existe, como existe el Sur, como existen los gays, como existen los enamorados y como existen las madres y los padres.
Aunque habrá que esperar a que a los señores de El Corte Inglés se les ocurra buscar fecha para ellas. Mientras ahí están. Mi más sincero agradecimiento. Son el alma de las casas y debíamos besar el suelo que pisan. Una flor al día sería al menos ofrecerles un reconocimiento a su sacrificio.
Ah, y encima las hay que llevan adelante dos cosas, el trabajo y sus labores. Sin “chacha” y sin padres. Con un par.
SED FELICES.