ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

25 de febrero de 2010

ENAMORAMIENTOS INFANTILES

¿Alguien recuerda haberse enamorado de niño? ¡Sí, sí! ¡De niño! En esa edad entre los 6 y los 10 años. Yo sí lo recuerdo. Y os lo voy a contar.
Tenía yo 7 añitos más o menos. Ya era un niño alto para mi edad y, según decían, inteligente a pesar de esa edad.
Acudía al colegio que mi tío -y a la vez padrino- tenía en un barrio de Murcia, Santa María de Gracia, que estaba justo en la otra punta del que yo habitaba, el Barrio del Carmen. El caso es que por ser el hermano de mi madre me hicieron asistir a ese colegio. Y anduve haciendo a pie el recorrido -de más de media hora- cuatro veces al día, hasta el momento de ingresar en el Instituto Alfonso X el Sabio.
Esta es la situación y este el momento enamoramiento. Mi padrino, cada año, celebraba su cumpleaños invitando a toda la familia y amigos a su casa en aquel bonito y coqueto barrio de las afueras de Murcia. Como estaba encuadrado en un jardín interior alrededor del cual se situaban las casas… y la suya estaba en el bajo… a través de las ventanas los niños veíamos a los mayores que estaban en el salón.
Y yo siempre andaba más pendiente de los mayores que de los pequeños. Y fue allí en aquella inmensa ventana doble, abierta de par en par, donde la vi. Aún recuerdo su nombre, Chito. Trabajaba de telefonista en la compañía Telefónica Nacional de España y era amiga de mi tía Angelita. El caso es que fue verla -ella tendría unos veintitantos- y ya no hubo minuto ni momento en que mi corazón no saltara en mi pecho cual caballo desbocado. Eran mariposas por el estómago, latidos intensos y suspiros profundos. Ella, como es natural, me veía como lo que era, un niño. Pero para mí aquello fue algo inolvidable. Noches enteras soñé con ella. Era lo que siempre se ha llamado un amor platónico. Visto hoy, no había deseo, ni sexo, ni miradas lascivas… solo amor. Ese amor que sublima a quien lo sufre, elevándolo a las más altas cotas de ese sentimiento. Así anduve un tiempo. Intentaba saber dónde podía verla aunque fuera en la distancia. Ya veis, con 7 años…
Con el tiempo, ella puso una tienda de ropa -que aún sigue dirigiendo- y yo siempre le fui fiel. Pero jamás se lo dije, como era lógico, hasta un día ya pasados mis veintitantos porque antes no me atreví. Ese día los dos reímos a gusto y sentí que por sus mejillas resbalaban unas lágrimas.
Fue el momento más importante de mi vida.
SED FELICES