ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

14 de febrero de 2010

¿CUÁNTAS COSAS SOMOS CAPACES DE HACER A LA VEZ?



Sí. Así de sencillo. Se cuestiona si somos capaces de hacer al mismo tiempo. A la misma vez, para ser más concretos. Dicen que la mujer sí puede y el hombre no. Yo no creo que todo sea en esta vida una regla exacta. Deben existir las excepciones.
Y también los frescos. Sí, es más fácil decir que no se es capaz de hacer café y vigilar las tostadas, sin que el café se salga ni las tostadas se quemen, que intentarlo. ¿Y si lo hacemos y entonces nos quedamos con el encargo de fijo? Ah, amigo, eso es lo que no queremos.
No planchamos porque estropeamos la ropa o la quemamos. No fregamos porque se nos rompen los platos. No barremos porque… Venga ya. Eso son cuentos. Y el primero que los lleva a efecto soy yo, que no me quiero quedar fuera. Además, si mi santa me está escuchando, cosa más que probable, cuando vuelva a casa me la he cargado.
Pero, en serio, la mujer se ha visto desde siempre abocada a no tener más narices que llevar un montón de tareas, compaginando unas con otras. Corriendo de un sitio a otro. La limpieza de la casa, la ropa, la plancha, la comida, los niños. Y vuelta a empezar. Que mira que es cansado. Pero no es lo malo lo cansando que sea, sino lo repetitivo que resulta.
Y nosotros siempre decimos: Ya, pero no tienes que madrugar. ¿Que no? ¿Y quién prepara el desayuno y lleva a los niños hasta el cole o hasta la parada del autobús? Haga frío o calor. Con ganas o sin ellas. Mala o sana. Es igual. Siempre ha sido la que ha cargado con lo pesado, farragoso y cansado. Es decir, lo llamado labores del hogar.
Y además, sin el aliciente, de ir después a tomar un café con los amigachos. O una cerveza al salir del curro.
Ahora ya no es así. Gracias a Dios. Ahora, la mujer trabaja, comparte con el marido. Y hay que decir que también el marido comparte con la mujer. Y poco a poco se va erradicando el sentimiento machista real. El que lleva a que la gandulería del uno provoca la sobrecarga de trabajo en la otra.
Hablo del cambio con todo el cariño del mundo. Aunque mi esposa me achaca que soy un machista, yo he comprobado que “machista a tope” sí que conozco muchos aún. Pero, como siempre, es lo que se consiente. Yo quiero seguir, si me queda tiempo, intentando hacer tres cosas a la vez, que dos sé que soy capaz.
A ver si al mismo tiempo, consigo que me reconozcan que no soy tan gandul como me quieren hacer parecer algunas veces. Esto dicho en tono de guasa. Que las mujeres reconocen siempre el esfuerzo que haces. Que tal y como están los tiempos, lo que hay que llegar y se está consiguiendo, es al “unisex”, es decir, la “mujer mujer” con su parte de “hombre” a pleno rendimiento. Y el “hombre hombre” con su fuerza y esa sensibilidad que lleva escondida, lanzada al exterior para demostrar que se puede seguir siendo hombre y mujer, haciendo cosas que siempre se han atribuido al sexo contrario. Es decir, el hombre en tareas del hogar y cuidado de niños. Y la mujer trabajando y realizándose, porque es capaz de muchas, muchísimas cosas.
Y encima, es el verdadero sexo fuerte. ¿Qué no? Yo no me jugaría ni un euro apostando lo contrario.

¿CUÁL ES EN REALIDAD NUESTRA EDAD?


Según leí el otro día, la edad que decimos tener está relacionada con el calendario y la fecha de nacimiento, por supuesto. Sin embargo, parece ser que hay un desfase entre la edad biológica y la fisiológica. Me explico. O por lo menos voy a intentar explicar lo que leí.
Nuestro organismo lleva su propia marcha. Su desgaste, podríamos decir mejor. Cada parte de nuestro cuerpo. Las células se regeneran. También los glóbulos rojos y los blancos. El alimento pasa por el estómago donde hay enzimas y ácidos que se regeneran constantemente. La piel, otra que tal. Cambia cada equis tiempo. Y cada uno a su aire. Bueno a su aire, no. Por su lado, sería mejor decir.
Pero es así. Cada parte del cuerpo humano tiene una edad e incluso algunas partes del cuerpo han muerto hace mucho tiempo. No son las que nacieron con nosotros, por ejemplo los dientes de leche ¿los tendrá el ratoncito Pérez almacenados? Y otras muchas cosas que no voy a enumerar, porque ni soy un experto ni es el motivo de este pensamiento escrito.
Leo también, que cada vez se descubren más genes responsables cada uno y de forma independiente de muchas cosas. Los que no tienen miedo es porque les falta un gen. Los ludopatas tienen un gen que te lleva al juego. Y ahora se descubre otro que causa el cáncer de colon.
Si esto sigue esta marcha, dentro de poco, deberemos llevar un historial con todos y cada uno de los componentes de nuestro organismo. Y que cada vez se parece más a un PC. Todos son chips y partes independientes. Pero si una funciona mal, las demás a hacer puñetas. Una altera a las otras y algo que pueda parecer no tener importancia, desencadena un hundimiento total del cuerpo humano.
Total es una cáscara que nos prestan para pasear por este mundo, pero como algunos abusan de ella de forma excesiva, tienen posibilidades de que la vejez física llegue antes. Por ejemplo, los músculos se desarrollan cuando entrenamos y hacemos deporte, pero las articulaciones y ligamentos, no.
Por eso tantos deportistas padecen artrosis o deformación en articulaciones.
El caso es que cuando veo que los estudios avanzan a esta velocidad. Que la ciencia nos lleva en un Fórmula I a la investigación de cosas que ni imaginábamos, me entra el pánico.
Mira que si descubren que llevamos pilas en algún sitio del cuerpo y no lo sabemos. Unas baterías tan pequeñas que no las vemos pero que si se agotan se trunca nuestra existencia en este maravilloso mundo.
Pues yo casi prefiero que esto no avance tanto. Simplemente me da miedo.