ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

19 de marzo de 2010

COBARDES, ASESINOS Y… QUIJOTES

Hoy ruego me sea permitido utilizar unas palabras definitorias de la situación que intento expresar de la mejor forma posible. Intentando molestar lo justo, pero poniendo el dedo en la llaga, si ello es posible. A algunos no les dolerá, seguro, pero yo lo voy a poner.
Día del Padre. Noticias. Primera… Una mujer de 56 años asesinada impunemente por un innombrable de 58 que no soportaba que lo hubieran dejado. Ella lo volvió a acoger a pesar de los malos tratos por que le dio pena. Al final, lo tuvo que dejar de nuevo porque la seguía haciendo pasar humillaciones y recibir palizas sin que nadie, al parecer, tomara cartas en al asunto. Me refiero a hijos, tenía tres (ella los sigue teniendo, ellos ahora no tienen madre) o vecinos. La bestia salvaje que le ha quitado la vida tenía una orden de alejamiento.
Noticia de hace muy poco: Un control policial. Detienen a unos presuntos etarras. De golpe aparecen otros más y sin más se lían a tiros con los gendarmes franceses. Resultado un gendarme que cumplía con su obligación asesinado por una bestia sangrienta que ni tiene cerebro ni bemoles (por llamarlos de alguna forma no malsonante) y que su única intención es demostrar que unos cuantos quieren someter a millones de otros que no piensan como ellos. Aunque, bien mirado, ellos no piensan. Las alimañas no son capaces de pensar. Eso está reservado al ser humano. Al ser con conciencia y con alma.
Pero tanto uno como otros, según la Justicia, deben ser tratados con arreglo a unas normas que ellos no cumplen. Pero no todos podemos ser iguales. Nosotros, siendo benevolentes, somos más personas. Y se articula la Ley y a unos se les dan modos de vida digna dentro de la cárcel (quiero decir estudios, ordenador, televisión y cercanía) y al otro, al maltratador, se le dicta una orden de alejamiento.
Unos viendo lo bien que viven y el otro consciente de que el alejamiento es de los demás, o mejor de quien él quiera, que no de su víctima, la sigue, la espera y sin más la mata. Los otros salen lo antes posible, apoyados en que se han vuelto buenos y si no pueden quedar libres, adoctrinan a otros para que les sustituyan. Y todo con el apoyo de algunos a los que no se les castiga todo lo que se debía, por puros defectos de forma.
Resultado, que los que gobiernan, y me refiero a todos, gobierno y oposición y los que alrededor forman coalición con ellos, son los eternos Quijotes españoles que luchan contra molinos de viento en bien de lo que creen justos y no ven que están equivocados. Más nos valdría que se parecieran al desaparecido toro de Osborne, que daba cornadas y le colgaban dos adornos que a muchos les vendrían muy, pero que muy bien.
Vosotros, ya sabéis lo que os deseo, SED FELICES.

SE HA PERDIDO LA CARTA


No es que se haya extraviado. Digo que se ha perdido. Desaparecido, muerto. Sí, a eso me refiero. Ya no vamos al buzón a ver si hay algo para nosotros. Si hay alguna noticia de la familia, del ser amado… Ahora no encontramos más que avisos de cobro, facturas, resúmenes de operaciones bancarias… y publicidad, ¡cantidades ingentes de publicidad! Y como, además, la mayoría de la gente tiene la particular costumbre de ver que son folletos y dejados en montones en el buzón, pues… al suelo con ellos. Que ya vendrá algún otro vecino que tenga un poco más de urbanidad y los recogerá y tirará al contenedor de papel que es donde deben estar.
Ya poca gente mira todo lo que le llega al buzón, porque se cansa. Y también del toque indiscriminado al timbre de los pobres repartidores (que no tienen la culpa), pero que para poder hacer su trabajo lo antes posible, llaman a todos los timbres de las casas, con lo que al contestar por el portero automático, oyes: ¡Publicidaddddd! Y eso sí, te sirve para hablar con los demás vecinos que han descolgado también y ya aprovechas y saludas diciendo: “Es lo de siempre, la puñetera publicidad”. Y encima a estas horas. Por cierto lo mismo da qué hora sea, siempre decimos lo mismo.
Bien pues ya no tenemos cartas, se ha acabado la espera de ese papel escrito con cuidado y esmero, doblado e introducido en un sobre. Debidamente franqueado (y no tiene que ver con Franco, porque ahora se franquea con otras figuras e incluso sin ellas, pero se sigue llamando franqueo) y que con todo el cuidado del mundo cortábamos con el abrecartas, artilugio de mil formas y materiales distintos, que siempre teníamos en casa para no romper el papel que contenía el susodicho sobre. La leíamos y con ella aún delante, nos poníamos manos a la obra. Papel en la mesa, bolígrafo o pluma y a contestar a lo que nos decían. Luego dobladito y dentro. Y tras mojar el borde con la lengua y deslizar los dedos por todo el borde para dejarlo bien cerradito, hala al buzón. Teníamos hasta, a veces, sobres y papel de colores. Y hasta tinta de color para las epístolas.
¡Qué bonito! Te ibas a la mili y cuando venía el cartero te arremolinabas a su alrededor a ver si tenías carta. De los padres, los hermanos, la novia… Si había mucha distancia por medio, era lo único que te mantenía la ilusión, la carta que te acercaba a ellos. Que conservaba viva la ilusión, porque el teléfono era caro y difícil el establecer una comunicación.
Pero ahora todo ha cambiado. Para bien que no digo lo contrario. Móviles, teléfono en todas las casas, mensajes de texto y de imagen, videoconferencias.
En Internet. Eso ya es el colmo. Entras al Messenger y por muy larga que sea la distancia estableces conexión con otra persona. En vivo y en directo. Instantáneo.
O el correo electrónico, más bien denominado, i-meil. O Emilio, es igual, pero que gracias a que muchísima gente dispone de conexión a la red de redes, recibe de inmediato, al segundo de haber sido enviado.
Sólo una pega, los spam. Es decir, el correo basura. Que mira que fastidia. Y ahora ya los servidores de correo lo separan y salvo que tú digas que es conocido el remitente, espera a ser destruido sin siquiera abrirse.
Pero es curioso, mi hijo recibe publicidad sobre viajes, tarjetas de crédito, ipod, mp3 y facilidades para comunicarse a través de mensajes de móvil desde el propio PC.
Y sin embargo yo, veo siempre lleno mi buzón electrónico de publicidad sobre Viagra, alargadores de miembro viri... Y viajes de tercera edad.
Por eso me dan ganas de cuando abro una cuenta, poner una edad distinta a ver si yo consigo engañarlos a ellos. Habrá que pensar en algo…
SED FELICES