ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

19 de febrero de 2010

ELECCIÓN


Me preguntan mis brujas que por qué hemos de andar los humanos, siempre, eligiendo.
Desde que el almacén de mi mente es capaz de mostrarme recuerdos de mi vida… Es decir, desde que pasamos esa edad tonta de la que no guardamos prácticamente ningún recuerdo… Si, hombre. Yo veo cosas que hacía cuando tenía 7 u 8 años, pero de antes, sólo algún fogonazo de alguna escena de ese tiempo, que ni siquiera me permite situarlo.
Pero sí me queda constancia de las ilusiones. De los Reyes Magos, de Nochebuena (más que de Nochevieja) y tantas y tantas cosas…
Y desde ese momento que decía antes, toda la vida ha sido un cruce de caminos, que me ha obligado a elegir. Somos libres, totalmente libres de elegir. Otra cosa es que nos obliguen a hacer algo. Yo me refiero al libre albedrío. Eso es patrimonio de la persona. Porque incluso en la tesitura de una toma de decisión, cuando nos quieren obligar a hacer lo que no queremos o simplemente a que hagamos lo que ellos quieren, tomamos el camino que queremos aunque nos cueste un castigo o algo peor.
Pero es el caso que el gran debate interno que tengo es… Ha habido ocasiones en que las cosas a decidir no eran importantes… ¿Que no? ¿Quién decide eso? Porque cuando tienes 8 ó 10 años, te parece importante hasta el aire que respiras. Todo es nuevo, todo te sorprende. Y ante todo has de decidir. ¿A quién quieres más a papá o a mamá? ¿Con quién quieres dormir con los abuelos de mamo o los de papi? Luego creces: ¿Ciencias o letras? ¿Estudias o trabajas? O, como mucho, las dos cosas. El caso es que sigues optando a una opción u otra.
Luego, te ponen ante situaciones más fuertes: ¿De izquieras o de derechas? ¿Creyente o ateo? ¿Del Madrid o del Barça?
A ver si ahora que tengo muchos más años y he pasado por todo eso, alguien toma la iniciativa y deja de hacer preguntas tontas y se vuelca en soluciones que atañan tanto a católicos como practicantes de otras religiones o de ninguna, de izquierdas o derechas, del Madrid o del Barça, o al fin y al cabo… a la mae que nos parió.
El ser humano, la persona, tiene una cualidad que es alienable. Es única e irrepetible. Pues dejadla en paz y obrad simplemente en justicia. Eso es muy fácil, pero hay que proponérselo.
SED FELICES