ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

3 de marzo de 2010

HAY QUE SABER PERDER


Comentaba hoy con mis licántropos que desde pequeñitos nos enseñan a eso. A que hay que tener espíritu de competición. Hay que salir a ganar pero hay que saber perder. Nos tenemos que acostumbrar a sufrir. Porque la vida que nos espera luego, fuera, es dura y hay que estar preparados. Hay que saber renunciar, aun a sabiendas de que podríamos tener lo que queremos. Debemos ir por el camino recto. La vida de un niño hasta su adolescencia es semejante a la de un árbol. Hay que ponerle unas guías que le acompañen en el crecimiento para que no se tuerza.
Eso por lo menos era lo que nos enseñaban entonces. También nos educaban en lo que llamaban urbanidad y buenas costumbres. Ayudar a cruzar una calle a una persona mayor o impedida. Llevarle los paquetes. Ceder el lado de dentro de las aceras a las personas de más edad. Saludar en cualquier sitio al entrar y despedirnos al salir. Ceder el paso y el asiento. Y siempre perdiendo a favor de los demás, como Dios manda era la frase con que se acompañaba todo.
Y eso se arraiga en la persona. Y sale durante toda la vida. Si practicas deporte, por ejemplo, sabiendo que sólo uno es el vencedor y los demás no es que pierdan es que no ganan. Y felicitas al vencedor y saludas con cortesía y con una sonrisa aunque llores interiormente por la derrota.
Luego en los estudios, sigues aplicando esta educación y utilizas la fuerza de voluntad y la renuncia en pos de sacar unas notas cuanto menos decentes.
Y cuando todo eso ha pasado, ahora que ya no hay que prestar el servicio militar, que te partía la vida por la mitad, te lanzas en busca de trabajo (o de lo que sea para poder vivir) y sigues viviendo de tus progenitores porque no hay narices a hacerlo por tu cuenta.
Y resulta que aunque tengas un buen trabajo (que ya es difícil, recemos por lo menos con que dure la empresa en pie) y tienes tu hipoteca, tu familia, tus hijos, tu coche y tu todo. Cuando crees que has vencido en la lucha cotidiana, te viene una crisis como esta de ahora y a tomar viento, todo lo que has conseguido.
Y claro, no es tan fácil poner buena cara y decir: hay que salir a ganar y saber perder.
Porque casi viene mejor otra frase que también me decía mi padre: Estoy tan acostumbrado a perder que me molestaría ganar.
SED FELICES