ASÍ PIENSO, ASÍ ESCRIBO

Cada noche, en La Voz Silenciosa, hago un comentario personal. Es este que aquí aparece, con la intención de dejar constancia escrita del mismo.

29 de marzo de 2010

Y QUÉ DOLOROSA TAMBIÉN


Días atrás hablaba de lo hermosa que es una lágrima, pero omití unas lágrimas muy importantes, quizá porque en ese momento, hice lo que todos, olvidarme de momentos amargos.
Decía en mi comentario que hay lágrimas de dolor, de sufrimiento… Pero dejé unas en el tintero: las lágrimas de amargura. También nacen del corazón o del alma. Son esos vómitos de tristeza que llegan a ser tan fuertes que no puedes evitar que te suban hasta los ojos, y que, una vez allí, se instalen en forma de lágrimas que esta vez, cuando discurren por las mejillas, en vez de producir calor, te abrasan.
Y hasta el sabor en vez de salado te recuerda al acíbar. Es más denso, más espeso, más… triste. Y es una sensación tan fuerte, que terminas llorando de forma convulsa, sin poder contener los temblores de todo tu cuerpo.
Que diferencia entre una y otra lágrima. La de felicidad y la de amargura. Tienen el mismo punto de partida y sin embargo, no dejan la misma sensación.
Esta noche, no me siento precisamente pródigo en mis pensamientos. Han sido un sinfín de noticias luctuosas. Muertes por violencia doméstica o de género. ¡Qué me importa a mí cómo se les llame a esos asesinatos incalificables! Los tengo un poco atrofiados. Y también a los que se han dado en Rusia por acérrimos terroristas que se han inmolado, eso sí, llevándose por delante a un montón de inocentes. En eso sólo se distingen unos animales de esta calaña de los otros de aquí, de España, los de la ETA, esos matan, pero ellos se van de rositas.
Todos los días no son iguales. No producen ni los mismos frutos, ni mucho menos en igual cantidad. Hoy toca sequía. Pero mañana, prometo ser más explícito. Y quizá un poco más alegre.
Lo que no podía era dejar de hablar de lo que ayer me dejé en el tintero y que hoy, por estos condenables sucesos, he sentido en lo más profundo de mí. Las lágrimas amargas. Espero que ninguno de vosotros las derrame en mucho tiempo. Mejor nunca jamás.
SED FELICES.